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Octubre de 2016  Número 96

Principio 4. Compartir este camino, vivir la fraternidad

Sabemos bien que la fraternidad a veces resulta difícil. Pero ¿quién no ha vivido como propio el dolor o la impotencia del ser querido?, ¿quién no ha querido en algún momento ocupar el lugar del otro o la otra para sacarla de su oscura situación?

Así nos ama Dios, vaciándose, olvidándose de sí para sacarnos a nosotros de nuestras oscuridades; nos ama muriendo por nosotros, para liberarnos a nosotros de la muerte, para hacernos vivir, vivir en fraternidad.

Tema de reflexión

Te comprendo, hermano/a

La fraternidad jamás es un campo de rosas. Se dan épocas de encuentro y armonía, pero también nos topamos con dificultades que, en más de una ocasión, hacen dudar de la viabilidad de la relación fraterna: diferencias ideológicas, generacionales, reacciones inesperadas, desencuentros afectivos...

Se vuelve imprescindible aclarar las relaciones, recomponerlas, reforzarlas, mimarlas. Pero junto a los medios adecuados que facilitan las relaciones fraternas, también se requiere un proceso interior personal. Hay que avanzar en esa capacidad de comprender al hermano, a la hermana, más allá del momento en que está la relación con él o ella. Es necesario hacer el esfuerzo de ponerse en el lugar de la otra persona aunque no se pliegue a mis proyectos, a mis deseos. Es esa capacidad de apreciar al otro a pesar de ver sus miserias; valorarla por encima de sus logros. Es esa capacidad de situarse en la piel de la otra persona: ¿Qué sentiría, qué pensaría, qué haría yo si mi historia, mi carácter, mis fuerzas, mis condicionamientos fueran los suyos?

Lo que se conseguiría es que la hermana no se sintiera con la necesidad de defenderse ante mí, ante mis acusaciones, ante mis denuncias. Y ello, porque tampoco tengo necesidad de acusarla, denunciarla. Esto no quita que haya hechos objetivos que quizá fuera necesario cambiar, hablar, decir. Pero la persona está salvada.

Poco a poco, iremos siendo capaces de amar al hermano no desde mí, sino desde aquél que siempre ha tenido misericordia de mí, se llega a amarla desde la gracia de Dios. Sólo entonces podremos decir en verdad: hermano, hermana, te comprendo en lo más íntimo de ti mismo.

Texto evangélico: Mt 7, 1-8

No juzguéis, para que Dios no os juzgue; porque Dios os juzgará del mismo modo que vosotros hayáis juzgado y os medirá con la medida con que hayáis medido a los demás. ¿Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo? O ¿cómo dices a tu hermano: “Deja que te saque la mota del ojo”, si tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Espiritualidad franciscana

“Si alguno de los hermanos, por instigación del enemigo pecara mortalmente, está obligado, por obediencia, a recurrir a su guardián. Y ninguno de los hermanos que sepa que ha pecado lo avergüence ni lo difame, sino tenga para con él gran misericordia y mantenga muy en secreto el pecado de su hermano, porque no necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Asimismo, están obligados, por obediencia, a enviarlo con un compañero a su custodio. Y el custodio mismo atiéndalo con misericordia, como querría que se hiciera con él si estuviera en una situación semejante”.

Francisco para comprender al hermano recurre a la palabra del evangelio. En muchos momentos somos enfermos necesitados de médico, de misericordia y compasión, para poder sanar y avanzar. En otros momentos somos invitados a ser hermanos, que con gran misericordia saben acompañar al otro. Tener presente la propia fragilidad nos acerca a comprender al hermano frágil. Dejar resonar la palabra de Jesús “son los enfermos los que necesitan de médico” nos recuerda que ante el hermano ésta es la misión que el Señor nos confía. Sencillamente, como quisiéramos que se hiciera con nosotros si estuviéramos en una situación semejante.

Oración

Señor Jesucristo,
columna de unidad
y rey de la fraternidad.
Envíanos cada mañana
una ráfaga de tu espíritu.
Derriba los muros de separación
levantados por el egoísmo,
el orgullo y la vanidad.
Aleja de nuestra casa
las envidias que siembran discordias.
Líbranos de las inhibiciones.
Sosiega los impulsos
y cólmanos de serenidad.

Haz surgir en nuestras intimidades
corrientes sensibles y cálidas
para que nos perdonemos
y nos comprendamos,
nos estimulemos y nos celebremos
como hijos de una misma madre.

Retira de nuestro camino
las rivalidades y aversiones
rompe los bloqueos
para que seamos unos con otros
abiertos y leales,
sinceros y veraces.

Crezca la confianza
como árbol frondoso
a cuya sombra todos nos sintamos felices.
Y así seremos ante el mundo
el argumento sensible y profético
de que tú, oh Jesús,
estás vivo entre nosotros. Amén.

Ignacio Larrañaga

Epílogo de la Carta

“Nos acercamos al cielo en veloces cohetes y no acercamos nuestras manos en la fraternidad humana.” (Pablo Neruda)

Evangelio diario del mes de octubre de 2016

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden a cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de octubre:

1 Lc 10, 17-24 / 2 Lc 17, 5-10 / 3 Lc 10, 25-37 / 4 Mt 11, 25-30 / 5 Mt 7, 7-11 / 6 Lc 11, 5-13 / 7 Lc 11,15-26 / 8 Lc 11,27-28 / 9 Lc 17, 11-19 / 10 Lc 11, 29-32 / 11 Lc 11,37-41 / 12 Lc 11, 27-28 / 13 Lc 11, 47-54 / 14 Lc 12,1-7 / 15 Mt 11,25-30 / 16 Lc 18, 1-8 / 17 Lc 12, 13-21 / 18 Lc 10, 1-9 / 19 Lc 12,39-48 / 20 Lc 12,49-53 / 21 Lc 12,54-59 / 22 Lc 13,1-9 / 23 Lc 18, 9-14 / 24 Lc 13, 10-17 / 25 Lc 13, 18-21 / 26 Lc 13, 22-30 / 27 Lc 13, 31-35 / 28 Lc 6,12-19 / 29 Lc 14, 1.7-11 / 30 Lc 19, 1-10 / 31 Lc 14, 12-14

La oración del mes de octubre será el día 27 a las 19:30