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Notas:

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Octubre de 2017  Número 108

Principio 4. Compartir este camino, vivir la fraternidad

San Francisco nos invita continuamente a vivir como hermanos y hermanas, con todos los seres, pues todos somos criaturas de un mismo Dios. Y es precisamente eso lo que nos hace estar todos vinculados, todos unidos. Por eso, la fraternidad es nuestro lugar, porque somos seres relacionales.

La valía de la persona está en su capacidad de relación, en su capacidad de no encerrarse en sí, sino de interesarse por el bien del otro, de la otra; en definitiva, de su interés por amar.

Tema de reflexión

El mejor lugar de conversión

En la comunidad humana más cercana, sea esta una fraternidad, un matrimonio o una familia, es donde se da y se constata la conversión de la persona. Es el mejor banco de pruebas para ver si los cambios que se están dando en uno mismo o espero que se den en un futuro son verdad o meras ilusiones que se quedan en sólo deseos. Las relaciones cercanas son el ámbito en el cual comprobamos la verdad de nuestro corazón.

Las otras personas son las que nos hacen salir de nosotros mismos, hacen que saltemos nuestros límites, ponen a prueba nuestras capacidades de aceptación, perdón, aguante... En definitiva, hacen que aprendamos a amar más allá de nuestros deseos. Es donde comprobamos la realidad de nuestras personas, el realismo de nuestras relaciones, porque asumimos las grandezas y miserias de lo que verdaderamente somos.

Vivir en fraternidad, en matrimonio, en familia, es un continuo proceso de conversión. Nos vamos convirtiendo los unos a los otros, vamos construyendo continuamente nuestras relaciones porque la vida no para y nosotros mismos vamos cambiando. No es tarea fácil muchas veces, ni fuente de satisfacciones inmediatas. Y sin embargo, es el territorio donde más somos nosotros mismos, más se nos exige y más damos; y sobre todo, más profundidad y altura alcanzamos.

Esta aventura de la fraternidad no está a la medida humana, a la medida que podamos planificar y controlar; está a la medida de la fe, de la esperanza y del amor. Es el mejor lugar de nuestra conversión. ¿Nos imaginamos a qué fraternidad nos invita Jesús cuando dice que somos hijos de un mismo Padre y hermanos entre nosotros? Como decía alguien: “¿Quieres saber dónde te encuentras en tu vida espiritual? Mira la calidad de tus relaciones personales, de las relaciones fraternas. Ahí está, sin riesgo de equivocación, el verdadero barómetro de tu vida interior”.

Texto bíblico: Sant 2, 1-9

Hermanos míos, no mezcléis con favoritismos la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado. Supongamos que en vuestra asamblea entra un hombre con sortija de oro y espléndidamente vestido, y entra también un pobre con traje raído. Si os fijáis en el que va espléndidamente vestido y le decís: “Siéntate cómodamente aquí”, y al pobre le decís: “Quédate ahí de pie o siéntate en el suelo a mis pies”, ¿no estáis actuando con parcialidad y os estáis convirtiendo en jueces que actúan con criterios perversos? Escuchad, mis queridos hermanos, ¿no eligió Dios a los pobres según el mundo para hacerlos ricos en fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman? Así pues, si cumplís la suprema ley de la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, hacéis bien. Pero si os dejáis llevar de favoritismos, cometéis pecado.

Espiritualidad franciscana

En cierta ocasión, morando el bienaventurado Francisco en la Porciúncula, había allí un hermano, hombre de profunda vida interior y además antiguo en la Orden, que estaba muy débil y enfermo. Haciéndose cargo de su estado, el bienaventurado Francisco tuvo compasión de él. Pero como entonces los hermanos, sanos o enfermos, con gozo y paciencia tomaban la pobreza como abundancia y en sus enfermedades no usaban medicinas, sino que más a gusto hacían lo que era contrario al cuerpo, se dijo a sí mismo el bienaventurado Francisco: «Si este hermano comiese, bien de mañana, unas uvas maduras, yo creo que le haría bien».

Un día se levantó muy temprano y, sin hacer ruido, llamó al hermano y le llevó a una viña que hay cerca de aquella iglesia. Él mismo escogió una vid que tenía racimos hermosos y maduros. Sentándose con el hermano junto a la cepa, empezó a comer uvas para que él hermano no tuviese vergüenza de comérselas solo. Y, estando comiendo los dos, aquel hermano alabó al Señor Dios. Mientras vivió refería frecuentemente a los hermanos, con mucha devoción y saltándosele las lágrimas, esta delicadeza que el santo padre había tenido con él (LP 53).

Oración

Compartir es muy bello y muy humano,
compartir generosa, amablemente;
compartir con amor el fuego ardiente
con el que sin calor vive lejano.

Compartir con el hombre que es tu hermano,
tu vestidos y tu pan tierno y caliente;
compartir tu amistad alegremente,
pues todos necesitan de tu mano:

¡Que oros se seintan más dichosos!,
que ayuda con impulsos generosos
el tener una mano siempre amiga.

¿Sabes tú quién mandó tener cuidado
del pobre, del que sufre o se fatiga?
¡Un maestro inmortal! ¿Dios humanado!

María Teresa de la Inmaculada Reyero

Epílogo de la Carta

“Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez” (Papa Francisco)

Evangelio diario del mes de octubre de 2017

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden a cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de octubre:

1 Mt 21, 28-32 / 2 Mt 18, 1-5.10 / 3 Lc 9, 51-56 / 4 Lc 9, 57-62 / 5 Mt 7, 7-11 / 6 Lc 10, 13-16 / 7 Lc 10, 17-24 / 8 Mt 21, 33-43 / 9 Lc 10, 25-37 / 10 Lc 10, 38-42 / 11 Lc 11, 1-4 / 12 Lc 11, 27-28 / 13 Lc 11,15-26 / 14 Lc 11,27-28 / 15 Mt 22,1-14 / 16 Lc 11, 29-32 / 17 Lc 11,37-41 / 18 Lc 10, 1-9 / 19 Lc 11, 47-54 / 20 Lc 12,1-7 / 21 Lc 12, 8-12 / 22 Mt 22,15-21 / 23 Lc 12, 13-21 / 24 Lc 12, 35-38 / 25 Lc 12,39-48 / 26 Lc 12,49-53 / 27 Lc 12,54-59 / 28 Lc 6,12-19 / 29 Mt 22,34-40 / 30 Lc 13, 10-17 / 31 Lc 13, 18-21

La oración en común de este mes de octubre será el día 26 a las 19:30