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Marzo de 2018  Número 113

Principio 1. Buscar cada día la relación personalizada con Dios

Parece que el buscar seguridad o el querer controlar la realidad es un instinto básico en nuestras vidas. Pero Jesús nos enseña algo más básico aún: confiar plenamente en Dios porque somos sus hijos e hijas.

Aprender a vivir de la confianza. ¡Vaya reto! Y ¡vaya descanso!

Tema de reflexión

Vivir cada día

Con frecuencia oímos decir que es importante “vivir cada día”: “vivir el don de cada día”, “vivir el presente”, “aprovechar y vivir a fondo cada día”, “carpe diem”. Pero conviene pararse a ver qué hay detrás, porque no es lo mismo...

No es raro oír esa expresión, por ejemplo, ante la muerte o enfermedad de personas cercanas o ante fracasos afectivos o de proyectos. Es una sabiduría que tiene, evidentemente, aspectos muy positivos de no dejar pasar la vida, vivir con intensidad, aprovechar todo lo bueno que se nos ofrece desde lo sencillo y pequeño. No es poco. Sin embargo, ¿podría quizá también esconder cierta resistencia a la finitud, miedo ante el tiempo que se nos escapa, e incluso una visión de la realidad donde lo que más vale es lo que se hace, lo activo, el bienestar, y se reniega de lo menos agradable, del sufrimiento, el dolor? Cuestión abierta, sana sospecha ante criterios muy propios de nuestro tiempo y nuestra cultura, que parecen incuestionables, pero que a lo mejor no lo son tanto...

Jesús dice en el Evangelio que no andemos preocupados por el día de mañana, que a cada día le basta su propio afán (Mt 6, 34). Y de primeras puede sonar a lo mismo. Pero no. En Jesús estas palabras son mucho más que una sabiduría de la vida o un consejo para vivir más felices. Son palabras que remiten al misterio personal de Jesús.

Impresiona caer en la cuenta de que Jesús, teniendo conciencia plena de estar poniendo en marcha el Reinado de Dios en la tierra, vive despreocupado de sus propias necesidades. Así vive Él, colgado de lo que el Padre le quiera dar cada día. Desde ahí se entiende la intensidad de lo que hace cada día, como si fuera el último (curar a los enfermos, liberar a los oprimidos, acercarse a los pobres y desfavorecidos, denunciar al poder religioso de su tiempo, entregarse hasta el extremo) y la confianza con que se retira a orar cada día, descansándolo todo en el Padre, bebiendo de Su voluntad, tratando solo de obedecer en cada momento. Para Jesús, el afán de cada día no es una lucha por aferrarse a lo positivo, a lo deseable, ni siquiera a la virtud. Es certeza de que la vida viene solo de obedecer al Padre, de “amoldarse” a lo que le dé cada día, a lo que quiera cada día.

Texto evangélico: Mt 6,25­34

Por eso os digo: No andéis preocupados pensado qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fijaos en las aves del cielo; ni siembran ni siegan ni recogen en graneros, y sin embargo vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Quién de vosotros por más que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida?... No andéis preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán.

Espiritualidad franciscana

“Cuando los hermanos van por el mundo, no lleven nada para el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón. Y en toda casa en la que entren digan primero: Paz a esta casa. Y, permaneciendo en la misma casa, coman y beban lo que haya en ella. No resistan al malvado, antes bien, a quien les pegue en una mejilla, preséntenle también la otra; y a quien les quita el manto, no le impidan que se lleve también la túnica. Den a todo el que les pida, y a quien les quita lo suyo, no se lo reclamen” (1R 16,1­5).

Cuando Francisco tuvo el propósito de entregarse al Señor lo expresó así: “Hasta ahora he llamado padre mío a Pedro Bernardone... pero desde ahora quiero decir: Padre nuestro, que estás en los cielos, y no padre Pedro Bernardone”. Aquella mañana se despojó de todo, para pobre y confiado poner cada uno de sus días en el cuidado del Padre. No llevar nada, no retener nada, se convertirá para él en una confesión de fe: el Padre ya sabe lo que necesitamos. De este modo se puede vivir cada día libre y seguro, con la única preocupación de que también hoy Dios sea el sol que lo ilumine y alumbre todo.

Oración

Dios Padre Bueno, guíame,
acompáñame en mi caminar,
hacia la felicidad plena contigo.
No dejes Señor
que me detenga
en el camino emprendido.
Enséñame a seguir esperando
aunque no vea resultados;
a seguir trabajando
con paciencia
a pesar de los fracasos.
En el camino de la conversión
he de ir desprendiéndome
de todo lo que me pesa
y me hace fatigoso el caminar.
Pero creo, Señor,
que Tú conoces mis anhelos
y no dejarás
mi vida infecunda.
Creo y espero porque amo
y necesito ser amado.
Y yo sé Señor
que Tú me amas.
Amén.

Hermanas clarisas de Huesca

Epílogo de la Carta

“Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias.” Charles de Foucauld

Evangelio diario del mes de marzo de 2018

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden a cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de marzo:

1 Lc 16, 19-31 / 2 Mt 21, 33-43.45-46 / 3 Lc 15, 1-3.11-24a / 4 Jn 2, 13-25 / 5 Lc 4, 24-30 / 6 Mt 18,21-35 / 7 Mt 5,17-19 / 8 Lc 11, 14-23 / 9 Mc 12 28-34 / 10 Lc 18,9-14 / 11 Jn 3,14-21 / 12 Jn 4, 43-54 / 13 Jn 5,1-3,5-16 / 14 Jn 5,17-30 / 15 Jn 5, 31-47 / 16 Jn 7,1-2.10.25-30 / 17 Jn 7, 40-53 / 18 Jn 12, 20-33 / 19 Mt 1,16.18-21.24a / 20 Jn 8, 21-30 / 21 Jn 8, 31-42 / 22 Jn 8,51-59 / 23 Jn 10,31-42 / 24 Jn 11,45-57 / 25 Mc 15, 1-38 / 26 Jn 12,1-11 / 27 Jn 13,21-33.36-38 / 28 Mt 26, 14-25 / 29 Jn 13, 1-15 / 30 Jn 18,1-19,42 / 31 Mc 16,1-7

La Oración del mes de marzo será el día 22 (porque el último jueves es Jueves Santo)